jueves, 16 de enero de 2020

Lo sutil

Lo sutil se vuelve incandescente para todos aquellos que, en su intención por descubrir más allá de sus narices, se conectan con lo que los rodea. 

De alguna manera, es permitirle al mundo, quienquiera que sea, que te imprima una pequeña revelación. Es mínima, sí, pero lo suficientemente estremecedora si dispone de la atención necesaria. 

Por eso resulta sutil, pero no por ello menos impactante. Está a la vista de todos, pero mejor escondida que nadie. Puede estar en cualquier lado, en el más inhóspito rincón. Tiene la facilidad de transitar desde lo tangible a lo intangible, y viceversa. Sujeto u objeto, puede ser una mera acción. Puede ser efímero o duradero, da igual, no precisa de tiempo para detonar, sino, simplemente, un receptor dispuesto a contemplar. 

No importa el color o el formato, pero siempre, siempre, importará el mensaje. Ese mensaje, que para mí puede significar una cosa, mientras que para todos los demás otra, no carece así de valor porque siempre mantiene su condición de relevante. Por eso está, casi imperceptible, pero está. Lo sutil.

domingo, 26 de agosto de 2018

El gusto por lo complejo

El gusto por lo complejo está asociado a cierta persistencia en las preguntas. En la vida cotidiana, generalmente nos damos por satisfechos con la primer respuesta razonable a una pregunta o a un problema, si ella nos permite salir del paso y seguir atendiendo a nuestras necesidades, deseos o intereses. 

La filosofía, por el contrario, no busca la satisfacción ante la primer respuesta, desconfiando o sospechando, no sólo de la respuesta sino, ante todo y más fundamentalmente, de la pregunta. Quizá la pregunta esté mal planteada; quizá simplemente esa pregunta no es suficiente. Será necesario, entonces, insistir en las preguntas, sin retroceder ante las contradicciones o los absurdos, pero no precisamente para hallar respuestas exactas sino, por el contrario, para hallar más preguntas.

El retroceso ante la contradicción forma parte del proceso subjetivo por el cual se ha renunciado a pensar y comprender la totalidad y el sentido de esa totalidad. La contradicción parece un límite infranqueable para el pensamiento racional, pero lo es solamente para aquella forma de pensamiento que identifica a la razón con un instrumento.

Focalizando así, después de todo, en el camino y no en el destino, en el desarrollo y no en el producto final; donde las preguntas son el medio de transporte, las cuales forman parte de un proceso cíclico que no dispone de un límite, más que el que nosotros mismos fijemos, donde una duda lleva a otra superior y así, infinitamente.

sábado, 31 de diciembre de 2016

Fuera de la Red

Desde los tiempos donde las definiciones aún no existían, donde todo estaba por inventarse, inclusive en esos tiempos, una de las primeras cosas en precipitarse fueron las sociedades. Practicamente de manera instintiva y primitiva, que los seres se agrupan y conviven. Se forman pactos tácitos para el bien general, donde de alguna manera todos se ven beneficiados. Algunos más, algunos menos. Han pasado los años pero la norma se mantiene superando la barrera del tiempo para conservarse inamovible. El instinto de conservación de la especie induce que, unidos, en grupos, es la única manera de sobrevivir. A la luz de las pruebas, de los avances de la humanidad y su dominio sobre el planeta, termina siendo un concepto totalmente certero.

Somos individuos que crean lazos afectivos con otros individuos. Es nuestra manera de conectarnos, mediante emociones y sentimientos, para formar así la red intangible más grande del mundo. Y como marca nuestra naturaleza, resulta imposible co-existir paralelamente a esta red de forma aislada. Incluso, perdiéndote en el medio de la nada, seguramente ya habrás vivido el tiempo suficiente dentro de esta red para llevarla contigo a todos lados, estés donde estés.

Y está tan arraigado a nosotros, a nuestro comportamiento, nuestro juicio y valores, que inmediatamente al descubrir a alguien que no quiere formar parte de esta conexión, aunque sea por un instante, será castigado socialmente y etiquetado como un ser no humano. Un loco extraordinario. Pero no conforme con eso, intentarán convencerte que no hay vida fuera de esta red; y si la hay, que no vale la pena. Si es necesario, además, inducirán la culpabilidad de tus actos, tu soberbia y egoísta actitud, referenciando a la necesidad de los demás de no perder el vínculo, ni siquiera un instante.

Hay dos factores definitivos que nos moldean, nos enmarcan como individuos. Uno de esos factores es la relación con otros individuos, nuestro comportamiento dentro de la red; la otra, es la relación con nosotros mismos fuera de toda realidad. Es la abstracción de nuestros pensamientos más profundos, que a pesar de estar influenciados por todos aquellos agentes que componen la red, al ser incorporados y asimilados como propios empezaran a formar parte de ese mundo interior. Es un lugar que debemos explorar, sin miedo, sin prejuicios de los evangelizadores de la sociedad que no pueden aceptar un vínculo que no sea multipersonal. Pero para ello se necesita otro tipo de conexión, de la cual, como personas que conviven no estamos acostumbrados a realizar con frecuencia. 

Debe existir una necesidad de aprender a convivir con nosotros mismos, con nuestros propios pensamientos. Tenemos que poder aislarnos, aunque sea artificial y efímero, pero no menos real y necesario. Que la costumbre de las masas por la aglomeración no perturbe la auténtica necesidad de saciar la sed por la retroalimentación del ser. Disfrutar de tu propio silencio, de tu propia compañía. Del sonido de tus pasos haciendo eco en cada rincón de tu cerebro para luego proyectarse en diferentes direcciones como disparadores hacia nuevos horizontes. Pero buscar rincones vacíos para estar solo, se confunde adrede con soledad. Porque así se puede relacionar con la tristeza; y lo triste, siempre es más fácil de erradicar. Sin embargo, hay voces que no pueden ser calladas. Sólo hay que tomarse el tiempo para escucharlas.

sábado, 23 de abril de 2016

Motivación e inercia

La motivación del deseo, el querer algo por diferentes motivos, es uno de los estímulos fundamentales que nos impulsan a lo largo de la vida. Nos plantean objetivos, caminos, modos y nos marcan una proyección, la cual, además de mostrarnos el horizonte, nos definen como personas. Porque no solo es el destino final, sino también la manera en transitarlo.

Lo fortuito y las responsabilidades escapan un poco de este paradigma. En el terreno de lo inesperado hay que actuar, con lo que hay, con lo que se puede. No se puede estar preparado para lo desconocido, más que la actitud de seguir adelante. Mientras que las responsabilidades suelen distraernos de nuestra motivación. De todas maneras, muchas veces utilizamos las responsabilidades como herramientas para obtener aquello que queremos, y así, se acopla a nuestra vida con una utilidad.

Sin embargo, muchos se pierden dentro de las responsabilidades y obligaciones. Olvidan su motivación, la pierden o la confunden. Viven solo para sobrevivir. Como si estuvieran de paso, sin aspiraciones, se desgastan y sumergen dentro de la opacidad del olvido. Entonces, si carecen de motivación, una pregunta válida sería que los impulsa día tras día a continuar; la inercia. Las personas se ven incapaces de cambiar la dirección en la que van. Forman parte de un sistema que sigue, un engranaje que no deja nunca de girar. Se vuelve nocivo para la salud, suprime el deseo, imposibilita la superación y nos entristece la vida.

Entonces, si la motivación e inercia nos hacen movernos, con diferentes características cada una, el dilema sería descubrir personalmente cual nos esta impulsando a nosotros mismos. Y para ello, es inevitable no pasar por un proceso de introspección profunda; un estado sumamente desconcertante de análisis y poner en duda todo aquello que asumimos como verdad absoluta. Puede resultar doloroso, ya que todo parece desmoronarse y los caminos que antes parecían líneas rectas de repente se transforman en laberintos.

Por lo tanto, se trata de replantearse la vida entera, lo que se hizo, lo que se hace y hacia donde se quiere ir. A veces nos movemos por deseo, otras por inercia, y en el proceso de revisión personal es cuando descubrimos si vamos o venimos, si realmente somos dueños de nuestros pasos. Resulta practicamente inevitable no caer en la inercia de vez en cuando, pero si la misma es prolongada, nos llevará a lugares que seguramente no queremos llegar.


lunes, 29 de febrero de 2016

La etiquetación de las cosas

Hay cosas que nos dejan en clara evidencia, de cómo somos, de qué pensamos y de qué hacemos. Nos exponen en nuestras miserias, nuestras incoherencias y debilidades. La naturaleza humana, la misma que se ve condicionada, pero que mantiene un hilo a lo largo de la historia que nos separa de los demás seres vivos. A pesar de empeñarnos en volver a nuestras raíces más primitivas sucumbiendo ante los instintos más agresivos y salvajes. En ese caso, ¿Perdemos la humanidad o volvemos a nuestro origen animal? ¿Ambas? O será oportuno pensar, que el ser humano no es más que un animal evolucionado, pero animal en fin.

De todas maneras, no hay dudas que hemos evolucionado de manera tan compleja, que tuvimos que incursionar en el estudio profundo del comportamiento humano y sus patrones. Imaginando que sea posible homologar y catalogar los diferentes comportamientos de las personas como se intenta hacer, sea acertada o no su practica, sabemos que hay cosas que permanecen en nuestro interior, muy probablemente el interior de todos. Tal vez, como el famoso instinto de supervivencia de los animales, el cual heredamos de manera transitiva, hayan puntos en común entre todos nosotros. O al menos, entre un grupo de nosotros, dando lugar así a la clasificación de las masas.

Los violentos, los mentirosos, los idiotas, los asesinos. Quizás, características negativas pero al fin de cuentas sirven como ejemplo de, que en cada grupo, pueden encontrarse similitudes en el accionar o raciocinio de sus integrantes, los cuales fueron o serán asignados a tal grupo después de elaboradas técnicas de observación psicológica que determinaron que sí actúas de determinada manera, vas a ser considerado socialmente de esta otra. Puede resultar condenatorio dependiendo en qué grupo, o sub-grupo, te encuentres. La sociología metió también sus narices en la definición de las masas, sirviéndose de herramienta útil para la clasificación, donde pertenecer ya te convierte en ser. No resulta extraño ya que, en resumidas cuentas, todo analisis parte de una misma idea y necesidad de segmentación y, sobre todo, la etiquetación de las cosas. Y no olvidar, claro, el pacto social que define lo bueno y lo malo, donde también, nos ponemos de un lado o del otro. Hilando fino, podríamos pensar que podemos estar en ambos lados al mismo tiempo, complicando así cualquier tipo de definición unívoca. 



jueves, 4 de febrero de 2016

Simple ilusión

A veces, me alcanza con creer ver que te veo al otro lado del cristal. Ese cristal que separa lo real de lo irreal, que de tan fino y transparente, la luz atraviesa de un lado a otro de los mundos convirtiéndolo todo en un posible, un quizás.

A veces, siento que te siento a pesar que no estés acá. Y como un sueño que a pesar de ser un sueño no deja de conmovernos igual, me conmociono con tu no presencia tal como si fueras real, como si estuvieras parada de este lado, el lado verdadero, el que se repite día tras día. Y sos tan real, como la imagen tuya idealizada en el mundo surreal. Esa que me pertenece absolutamente, porque es una proyección mía y de nadie más.

Y a veces, sólo a veces, creo alcanzar ser lo que pretendo ser como una simple ilusión que, a pesar de saberme distinto, me alcanza para imaginarme algo más. Un presente distinto, un amanecer más brillante oculto tras las nubes. Como si fuera suficiente. El viajar mentalmente de un extremo al otro, como quien viaja en una máquina del tiempo al pasado. No deja de ser una simple ilusión, pero que se percibe como suficiente, como algo que se puede materializar; aunque nobleza obliga a decirlo, por lo general no lo haga.

A pesar de todo perjuicio que una ilusión, que más pueda ser considerada como un delirio mágico o una cruda imaginación, pueda tener hasta en las mentes más entrenadas y brillantes, lo considero como una alternativa viable de ver ese rayo de sol en medio de la tormenta. Y no es una puerta de salida, un escape perfecto. Sino más bien un descanso, un breve respiro bajo la intensa presión de un océano tratando de ahogarnos en cada momento.

lunes, 25 de enero de 2016

Vueltas

Todo va bien, muy bien. El resultado del análisis, crudo y objetivo, dependerá de las metas propuestas anteriormente o de la ambición, sana (o no), que podamos tener por ir en búsqueda de más. Si soñamos con poco, es fácil cumplir la misión y sentirnos agraciados por ello. El conformismo será entonces una manera de sobrevivir al mundo, un mecanismo de defensa a un ambiente hostil. Pero no deja de ser una herramienta, útil y perversa, para modificar la realidad según nos convenga. Las cosas salieron realmente mal, pero estaba contemplado en mi plan, entonces todo va bien. Resulta un truco de magia que sirve como analgésico al dolor, anestesia la ansiedad y nos mantiene, quizás unos momentos más en pie. Alterar los resultados, o simplemente, asumir ciertos hechos con naturalidad en pos de mantener la cordura, que día a día cuesta tanto mantener. 

En definitiva, mentirse, nos impide ver con claridad el horizonte y nos complica el trazado de nuevos caminos. Pero pareciera digno del mejor académico sistemático elaborar un algoritmo capaz de detectar cuando estamos errando en la percepción de las cosas, ya sea de manera voluntaria o involuntaria, para así rectificarnos y eliminar la ceguera temporal. Pero no resulta nada sencillo, ya que la delgada línea que separa lo correcto de lo incorrecto, la verdad o la mentira e inclusive lo real de lo irreal, resulta tan delgada como invisible, al menos al ojo humano. Y más aún, cuando las cosas se transforman constantemente, de un segundo a otro, siendo una mentira fácilmente convertible en verdad y viceversa. 

Cómo distinguir entonces un error, cuando podría terminar siendo un acierto. Entonces, mentirse no sería más que un estado transitorio que puede ser verdad o no, ahora o después, dando vueltas tantas veces como sea posible. Porque no existe una única realidad, sino que son muchas realidades coexistiendo al mismo tiempo mientras rotan sobre su propio eje dando vueltas sin parar. 

Y tantas vueltas, finalmente, te pueden marear.